El 29 de diciembre del 2001, Lima se preparaba para recibir, como siempre el Año Nuevo, el segundo de este siglo.
Los comerciantes hacían “su agosto” en diciembre, vendiendo a diestra y siniestra los famosos artefactos pirotécnicos. Algunos probaban su mercancía a los clientes para demostrar lo buena y poderosa que ésta era, sin presagiar que sería la última vez que lo harían.
Aquél nefasto atardecer trajo consigo uno de los desastres más terribles, producidos por fuegos artificiales.
Luis, joven bombero, hace poco tiempo ingresó a la actividad, siguiendo los pasos de su padre. Emocionado por ayudar, no duda al ser llamado para su primera tarea. En el lugar del incendio, las inmensas lenguas de fuego devoran todo a su paso. Luis no se amedrenta, ingresa a un edificio en llamas, al escuchar el llanto de unos niños, con la idea de salvarlos.
Ya en el interior, recorre pasillos, abre puertas, entre llamas y humo sofocantes, escucha gritos y lamentos, llega donde los niños, los cubre con una manta y los lleva al exterior. Luego retorna para seguir ayudando.
En las calles, sus compañeros continúan luchando contra el poderoso elemento.
- “¡Qué desastre! Aún las personas no aprenden, no quieren escuchar cuando les decimos
que no deben comercializar con esos productos”. Comentan entre sí.
- Hace quince días se hizo una inspección técnica aquí, en Mesa Redonda, pero ocultaron esos productos y lo peor de todo es que los encienden para vender. ¡Ni siquiera se preocupan por tomar previsiones!
- ¡Qué desesperación no poder ayudar a todos! ¡No tenemos cuándo apagar el incendio!
- ¿Puedes ver si Luis sale del edificio? Hace rato que entró y ya estoy preocupado.
- Esperemos que no le pase nada ¡Es tan buen muchacho! Su padre está desesperado.
- ¡El edificio donde entró está carbonizado! En este sector no queda nada, el fuego lo consumió todo.
- ¡Pobre gente! Perdieron la vida y su negocio.
El Padre de Luis contempla, impotente, lo que hace poco fuera un edificio comercial, por última vez llama a su hijo, con la esperanza de recibir una respuesta:
“¡Luis! ¡Luis! ¡Luis! ... ”
SILENCIO… YA NO HAY RESPUESTA…
Reflexiones
1. ¿Crees que se podría evitar desastres de esta magnitud? ¿Cómo?
2. ¿Qué acciones realizarías para prevenir los daños de un desastre similar?
3. ¿Cuál es el peligro identificado?
4. ¿Cuál es la vulnerabilidad que se tendría que analizar?
5. ¿Cuál o cuáles son los riesgos que sufrieron?
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